
Mi vida es una opción por el amor.
Cuando amas, abrazas el dolor.
Cuando amas, el gozo te invade.
Amor y dolor son dos peregrinos
que caminan juntos,
amor y gozo también.
Cuando el amor vehicula la vida,
el dolor es un arado que labra la tierra del corazón.
El amor germina de los surcos del dolor.
Y el fruto del amor y el dolor es la alegría.
Cuando hay amor miramos la vida con gozo.
Contemplamos lo que es la vida en su presente,
con esperanza su futuro,
con reconciliación el pasado.
El amante lo mira todo con alegría.
El amor y dolor es su gozo, su paz y reconciliación.
La alegría ha puesto su sede en el corazón amante.
El amante sufriente ha amasado la vida en la lucha,
en la esperanza y la confianza.
En el amor se han desatado las pasiones,
y lo que fueron placeres, devino sufrimiento.
El dolor se manifiesta en depresión y llanto,
hasta vaciar las apetencias y purificar
las pasiones de la carne y la sangre,
serenar el espíritu, redimido el ser.
El amor y el dolor se amasan juntos.
Nos van puliendo,
nos van crucificando,
nos matan y resucitan.
Y por el amor y dolor,
Dios nos limpia y pone brillantez,
devenimos su imagen y semejanza:
Amor amante.
El amor nunca está exento de dolor.
Amor y dolor ya no se repelen,
amor y dolor se aman,
juntos gustan la paz y la alegría.
El amor todo lo armoniza,
distiende, flexibiliza y dulcifica.
Cuando Dios entra a ser el protagonista del amor,
ya todo se transforma en felicidad.
Amar es fidelidad, cordialidad,
entrega mutua y perdurabilidad.
Amor es por siempre lavar los pies a la humanidad.
Al fin, amor y dolor son Eucaristía ofrecida.
Nace una alabanza orante por la gracia del amor.
El amor nos hace veraces con los demás,
nos lleva a darnos con cariño,
a mostrarnos reciprocidad.
Y el amor crea la comunión.
Y hacer del amor la más pura liturgia,
la más bella oración de acción de gracias,
por el Dios que nos ama,
porque es eterna su misericordia,
porque es eterno su amor.
Y el amor me ha llevado a aventurar la vida.
Mi barca se ha adentrado en el amar,
Dios mi barquero.
Remar mar adentro,
hacia la inmensidad,
hacia la deseada eternidad.
Anna Seguí Martí, ocd