Queridas hermanas de la Federación:
Somos María Yuly y Ana Belén de la comunidad de Albacete. Hace un par de semanas concluimos la primera parte del curso sobre “integración afectivo sexual”, impartido por una carmelita Vedruna del equipo Ruaj. A sugerencia de la hermana Salud, nos animamos a compartir un poco de lo aprendido.
Este primer año se desarrolló en tres sesiones, cada una de ellas de dos días. Las dos primeras fueron on-line y la última en forma presencial. A ellas asistieron algunas hermanas en formación inicial, a quienes estaba específicamente dirigido, y algunas formadoras de distintas federaciones.
Este curso busca aportarnos algunas herramientas que nos ayuden y faciliten la vivencia sana y cristiana del amor célibe, al que hemos optado como religiosas. El punto de partida es la conciencia que tenemos de emplear los medios a nuestra disposición, y así favorecer que toda nuestra vida se oriente, de la manera más armoniosa posible, hacia esa “perla preciosa” que es nuestra vocación. Entre esos medios, se encuentra nuestro mundo afectivo, que juega un papel muy importante en el seguimiento de Jesús. Conocer los límites, las dificultades y las posibilidades de nuestra afectividad nos puede ayudar a integrar mejor lo que experimenta mi cuerpo, lo que pasa por mi mente y lo que siente mi corazón, y hacer fluir toda esa energía en lo que necesito para cuidar de esa “perla” en la que se invierte todo el capital. Es ir dando pequeños pasos en el conocimiento propio y ganando en libertad para tener un corazón unificado que nos permita atenuar en nosotras el grito del apóstol: “hago lo que no quiero”.
En el primer encuentro, en noviembre del 2022, se nos ofreció un marco teórico para facilitar la comprensión de la sexualidad desde un enfoque integral. Se partió de los conceptos que tenemos sobre ella. Puesto que la sexualidad incluye nuestra manera de ser, estar y de relacionarme con el mundo y, por tanto, abarca toda nuestra vida, la forma que tenemos de concebirla condiciona nuestra manera de amar y puede llegar incluso a distorsionar negativamente nuestra imagen de Dios. Despejar esas ideas y comprender la sexualidad en su globalidad nos ayuda en la opción que hemos hecho por el amor célibe. Nos permite reconocer nuestros deseos, necesidades y límites para poder cuidar de nosotras mismas y proteger a los demás.
Se hizo hincapié en reconectar con el cuerpo, en mejorar nuestra relación con él. En esta gran aventura de vivir la vocación, el cuerpo es compañero indispensable. Es medio para estar en contacto con la realidad, con los demás. Es también fuente de revelación. Debemos convertirlo en nuestro aliado, aprender a escucharlo, porque sufre y expresa, queramos o no, todo lo que vivimos. También al cuerpo debemos integrarlo consciente y plenamente, y conducirlo “con alegría y libertad” bien entendidas.
En la segunda sesión, tratamos sobre las emociones y su gestión. Además del cuerpo, las emociones son otra fuente importante de información y de energía que hay que reorganizar para ir en pos de la perla. De nuevo comenzamos desmitificando las ideas que se puedan tener sobre las emociones. Tratamos de verlas en su complejidad, de apartar juicios, y de ver sus funciones: informar, proteger, motivar. Analizamos brevemente las cuatro principales, el miedo, la ira, la tristeza y la alegría. Lo importante era comprender cómo funcionan: lo que sucede desde que se vive una situación, el sentimiento que nos provoca, los pensamientos que surgen y nuestra actuación. Empezando con el miedo, al final de una exposición más teórica, se nos proporcionó un espacio de tiempo para rebuscar en la memoria momentos donde experimentamos miedo y ver cada una de esas cuatro partes: situación, sentimiento, pensamiento y actuación.
Es un método para revisar de manera consciente nuestros sentimientos y comprender lo que impulsa nuestras acciones. Lo que buscamos es tener conocimiento de cómo las experimentamos y vivimos para poder ser libres de optar y que no vayamos sin control. Y en ello median necesariamente tanto el pensamiento como el sentimiento. La falta de discernimiento sobre como dirigirnos en muchas de nuestras acciones proviene de esa separación, de no razonar lo que siento o de razonarlo excesivamente. Se trata de aprender a escuchar nuestras emociones, el mensaje que nos traen, porque son como llamadas de atención sobre algo que nos sucede, y hallar respuestas adecuadas. Es, en definitiva, encauzar y aprovechar toda esa energía en el proyecto que deseamos vivir. Esta metodología se repitió con las restantes emociones en la última sesión. Fue lo que más nos ayudó, ese vernos desde situaciones reales que hemos pasado y analizar un poco como las actuamos.
Esperamos que esta síntesis del curso sea para vuestro provecho también. Hasta la próxima. Un fuerte abrazo a todas.